organización del trabajo

El tiempo vuela y el traductor se estresa

Una de las claves para sobrevivir en el mundo de la traducción es la organización. Los que formamos parte de este sector, sabemos lo importante que es que todo esté listo a tiempo. Eso implica tener muy claro lo que hay que hacer y para cuándo.

Antes de embarcarnos en cualquier tipo de proyecto, debemos plantearnos las siguientes cuestiones:

  • ¿Podemos hacernos cargo de ese proyecto?
  • ¿Contamos con los recursos necesarios?
  • ¿Es rentable?

Y, la pregunta más importante: ¿cómo añadimos esa nueva tarea al montón de cosas por hacer? Dedicar tiempo a la planificación de las tareas y encargos que tengamos es fundamental para que nuestro trabajo llegue a buen término y en la fecha estimada.

Agenda actualizada, ¿mente sana?

Si estamos empezando a dar nuestros primeros pasos como traductores y no nos conocemos bien, la organización puede llegar a ser un problema, sobre todo si nos vemos saturados de trabajo de un día para otro. Saber cómo funcionamos, cuánto tiempo necesitamos para realizar ciertas tareas y ser conscientes de nuestros límites es de gran ayuda en este aspecto. Tener la capacidad de visualizar el conjunto de lo que tenemos que hacer también resulta bastante útil a la hora de priorizar tareas. Solo nos quedaría vencer a los temidos imprevistos y a la procrastinación. Al fin y al cabo, si dejamos que se nos acumule el trabajo y no sabemos reaccionar ante los contratiempos que puedan surgir, nunca lograremos avanzar.

Cuando el traductor forma parte de un equipo, el trabajo que realiza depende directamente de que esa cadena funcione bien. En el momento que uno de sus eslabones fallan, el resto debe restructurarse para que el proyecto salga adelante. Aquí es donde entra en juego la figura del gestor de proyectos. Este es el encargado de asignar todas las tareas, herramientas y estar en contacto con los clientes. Por eso, su capacidad de organización y reacción debe estar muy desarrollada. De ellos depende que cada miembro del equipo sepa exactamente lo que tiene que hacer, cuándo entregarlo y qué recursos tiene a su disposición.

La responsabilidad del gestor puede acarrearle mucho estrés. Estar en contacto constantemente con los miembros del equipo, fomentar una buena comunicación y respetar los plazos puede aligerar bastante esa carga. Y no solo eso, sino que favorece el desarrollo de las tareas. Al fin y al cabo, una buena organización no siempre es sinónimo de tranquilidad.

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El autónomo: ese gran desconocido

Ahora bien, la realidad de los traductores autónomos es algo distinta. Realmente, no dependen de nadie más que de sí mismos en la mayoría de los casos. Distribuyen su tiempo a su disponibilidad y son quienes se encargan de todas las tareas que puedan derivar de su labor. Eso quiere decir que, de nuevo, si no cuentan con una buena organización, su trabajo se puede ver afectado.

Al trabajar desde casa, pueden establecer su propio ritmo de trabajo y seleccionar aquellos proyectos que más les interesen. En este sentido y para organizarse bien, el traductor autónomo debe saber en qué momento del día es más productivo y marcarse un horario fijo. Así, le será más fácil concentrarse y ser constante en su trabajo. Además, deben llevar al día la contabilidad, las facturas, responder a los correos de los clientes y estar disponibles para cualquier consulta que quieran hacerle.

Por suerte, tenemos muchas herramientas a nuestra disposición que pueden facilitarnos la tarea de organizarnos. Desde las agendas de siempre hasta aplicaciones del móvil y del ordenador, cualquier método es bueno siempre y cuando no saturemos nuestro tiempo y nos funcione.

Tempus fugit, así que pongámonos manos a la obra para sacarle el máximo provecho.

Publicado en Los entresijos de la traducción.

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